LA SEGUNDA VENIDA DE CRISTO
"ENTONCES VENDRÉ YO MISMO A REUNIR A TODOS LOS PUEBLOS Y NACIONES Y VENDRÁN Y VERÁN MI GLORIA"
Isaías 66.18
"PORQUE COMO UN RELÁMPAGO QUE SE VE BRILLAR DE ORIENTE A OCCIDENTE, ASÍ SERÁ CUANDO REGRESE EL HIJO DEL HOMBRE"
Mateo 24.27
"SÍ, VENGO PRONTO Y TRAIGO EL PREMIO QUE VOY A DAR A CADA UNO CONFORME A LO QUE HAYA HECHO"
Apocalipsis 22.12
La historia de la humanidad es una constante historia de incertidumbres, penas y glorias… Sin embargo, algo sí tiene el hombre por cierto y a la vez lo ha dejado de lado, ignorado y conscientemente se mantiene indiferente, me refiero a: LA SEGUNDA VENIDA DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO.
Anunciado por boca del mismo Cristo que nos dice:
“VENGO CON PODER, LA BÓVEDA CELESTE SE ABRIRÁ Y EL QUE NO ME HA DESEADO MIRAR, ME MIRARÁ, PORQUE NO HABRÁ OJO QUE ESCAPE A MI OMNIPRESENCIA. MIS LEGIONES, TRONOS DOMINACIONES Y POTESTADES JUNTO A TODA MI CASA DESCENDERÁN A ANUNCIARME, Y CUANDO YO ME MUESTRE, EL MISMO SOL SERÁ ECLIPSADO POR LA LUZ DE MI MAJESTAD, LA TIERRA SE ESTREMECERÁ ANUNCIANDO QUE MI RETORNO”.
Y es que nada permanecerá inmutable ante la llegada del Rey de Cielos y Tierra, lo visible e invisible será conmocionado ante El que fue, es y será Dueño de cuanto existió, existe y existirá.
Desde las entrañas del hombre hasta las de la misma Tierra y cuanto existe, sabrán que llega el Rey de la gloria con Su balanza en la Mano, porque el tiempo de la Misericordia se habrá agotado, no por parte de Nuestro Señor Jesucristo, sino porque el hombre así lo ha decidido.
Miremos que los signos de nuestra Era son los que fueron anunciados como preparación a la Segunda Venida de Nuestro Señor Jesucristo. No permitamos que la ceguera de la conciencia humana devastada por lo mundano, oscurezca por más tiempo nuestra conciencia y nos lleve a perecer eternamente.
¿No es este un motivo suficiente para que el hombre tome conciencia de una vez por todas, sobre lo que le ha mantenido en la indiferencia total, por ignorante en algunas ocasiones, o por conveniencia en otras?
Y es que hasta el impensable último hálito de vida, la Misericordia Divina en su inagotable Amor por las almas, se da a la criatura humana para que ésta alcance la Salvación. Pero una vez apagada la vida y agotado el instante, Cristo vendrá como “ladrón por la noche” (1 Tes. 5:2), y ya no existirá el retorno para el hombre, no alcanzará lo que ha despreciado, ni siquiera logrará recoger las migajas de la mesa, porque habrá marcado su destino.
Desde que Cristo exhaló Su Espíritu y luego Resucitó, desde ese instante ya se inició la preparación del Segundo Adviento. La Primer Discípula de Su Hijo, Nuestra Madre Santísima, Ella: la Madre del Segundo Adviento, es a la que le ha sido conferido el luchar contra el enemigo del hombre, rescatar y acompañar al hombre y anunciar a toda criatura que Su Hijo retorna a separar el trigo de la cizaña, que retorna a recolectar la cosecha y a medir el fruto que cada uno de nosotros tiene en sus manos.
Acojamos con amor y verdadera conciencia esta realidad:
QUE CRISTO RETORNA COMO REY Y SEÑOR DE TODO LO CREADO…
Y que para cada hombre sea motivo de cambio urgente y gozo ante la Esperanza de que cada lucha y cada esfuerzo no son en vano.
Seamos conscientes de que toda generación ha encontrado su medida y la nuestra no es la excepción.
JERARQUIA ECLESIASTICA, ¿PORQUE ME CAMBIARON LA ORACION DEL PADRENUESTRO QUE ENSEÑE A MIS DISCIPULOS?
JUNIO 6 DE 2013*8:25 A.M.
LLAMADO DE JESUS SACRAMETADO A LA JERARQUIA ECLESIASTICA
Paz a vosotros, Jerarcas de mi iglesia.
Jerarquía Eclesiástica, ¿por qué me cambiaron la oración del Padrenuestro que enseñé a mis discípulos?. La oración del Padrenuestro que hoy hacéis no es la que yo le enseñé a mis discípulos cuando me dijeron: Maestro enséñanos a orar y les dije decid así: Padrenuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día. Perdona nuestras deudas, como perdonamos a nuestros deudores, no nos dejes caer en tentación y líbranos del mal. (Mateo 6. 9 al 13).
Rebaño rnío, las palabras deudas y deudores abarcan no sólo vuestras deudas personales y espirituales, sino también las de vuestros antepasados y difuntos. Cuando decís: perdona nuestras ofensas como también perdonamos a los que nos ofenden, hacéis alusión a ofensas personales en término personal, sin tener en cuenta el campo intergenérico, es decir, vuestros difuntos y antepasados.
En la oración del Padrenuestro que enseñé a mis discípulos está manifestada la misericordia, el amor, el perdón y la protección de Dios Padre para con sus hijos. La oración del Padrenuestro como la hacéis hoy no tiene en cuenta vuestros antepasados y difuntos. Al ser cambiadas las palabras deudas por ofensas y deudores por los que nos ofenden, se manipula y distorsiona el plan salvífico de Dios. La oración del Padrenuestro como mi Padre me la enseñó para dársela a conocer a sus hilos, tiene el poder para liberar vuestras almas y la de vuestros familiares difuntos y antepasados, si la hacéis con fe. Es oración de exorcismo que os libera de los ataques del maligno y os protege de sus asechanzas; es también oración de vida y alimento para vuestro espíritu. Es oración de provisión no sólo del alimento corporal, sino del más importante, el alimento espiritual que soy Yo.
Jerarcas de mi iglesia, Pastores de mi rebaño, os pido de corazón que volváis a hacer la oración del Padrenuestro como mi Padre me la enseñó, porque como la venís haciendo y enseñando a mi rebaño, no tiene el mismo valor y poder espiritual. Al cambiar las palabras deudas por ofensas y deudores por los que nos ofenden se pierde la acción misericordiosa y liberadora de mi Padre para con sus hijos aquí en la tierra y para con las almas de vuestros antepasados y difuntos en la eternidad. La oración del Padrenuestro junto con el Credo y la Magníficat, son oraciones de gran poder y reúnen todo el plan de salvación que mi Padre tiene destinado para la humanidad.
Mi paz os dejo, mi paz os doy. Arrepentíos y convertíos, porque el Reino de Dios está cerca.
Vuestro Maestro y Pastor, Jesús Sacramentado.
Dad a conocer mis mensajes a toda la humanidad.
12 DE JUNIO DE 2013 - 8:20 A.M.
LLAMADO DE DIOS PADRE A SUS HIJOS
Pueblo mío, heredad mía, paz a vosotros.
Los días de mi reinado se acercan, mi pueblo purificado será mi heredad, mi mayor deleite.
Toda mi creación vivirá en completa armonía con su creador, yo seré su Dios, mi voluntad se hará en los cielos y en la tierra y estaré con ellos hasta el fin de los tiempos. Todo volverá como al comienzo, la tierra será el paraíso que di a vuestros padres y qué no supieron apreciar; seréis como niños y conviviréis con la naturaleza y demás criaturas formando una sola esencia de amor, paz y gozo en el espíritu.
Os espera el paraíso hijos míos, el edén donde todo será posible y nada tendrá límites, ni barreras. En mi nueva creación conviviréis con mis Ángeles y con muchas almas bienaventuradas, podréis transportaros a los lugares donde queréis estar con la velocidad del pensamiento. Mi nueva creación será un espacio del cielo aquí en la tierra. Todos seréis hermanos y viviréis en el amor, armonía y plenitud de vuestro Padre; mi Santo Espíritu derramaré sobre vosotros con todos sus dones y carismas y os haré seres totalmente espirituales.
Todos seréis jóvenes en mi nueva creación, la purificación a la que seréis sometidos se llevará todo lo viejo, las enfermedades y el pecado morirán para siempre. En mi nueva creación el espíritu dominará sobre la materia, vuestros cuerpos serán transformados espiritualmente y ya no tendréis necesidades fisiológicas ni sentiréis sed, ni hambre de alimento corporal.
Vuestro alimento será el Cordero de Dios que estará en medio de vosotros; yo me daré a mis hijos y seré su alimento no en especie, sino en Espíritu.
Después de la purificación mi tierra será dividida en las doce Tribus de Israel, vuestro ser integral será transformado y no se volverá a recordar el pasado. En el nuevo mundo donde viviréis ya no habrán trabajos materiales, ni preocupaciones, ni necesidades, ni apegos, nada de lo que conocéis de este mundo volveréis a ver. Todo será renovado por la sabiduría de mi Santo Espíritu; mundo espiritual con seres espirituales de naturaleza semejante a la de mis Ángeles, donde sólo serviréis y glorificaréis a Dios como Ser Supremo, Regente del Universo.
En mi nueva creación conoceréis el significado del amor y el amor estará con vosotros hasta el fin de los tiempos.
Quedad en mi paz pueblo mío, heredad mía, vuestro Padre, Yhayé, señor de las Naciones.
Dad a conocer mis mensajes a toda la humanidad.
“Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”
(Domingo XII - TO - Ciclo C - 2013)
“Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo” (Lc 9, 18-24). Jesús pregunta a sus discípulos qué dice la gente acerca de Él. Obviamente, no porque no lo supiera, puesto que Él es Dios en Persona, sino porque quiere dar lugar a una manifestación del Espíritu Santo, quien obrará en Pedro y a través de Pedro, dando la respuesta verdadera.
La gente piensa que Jesús es un profeta, o un hombre venido del cielo –Elías-, todo lo cual demuestra desconocimiento acerca de la identidad de Jesús en aquellos que no son discípulos. Cuando Jesús les pregunta a ellos, sus discípulos, Pedro es el único que contesta correctamente, y esto es porque Pedro está iluminado por el Espíritu Santo, tal como Jesús se lo dice: “Alégrate, Pedro, porque esto no te lo ha revelado la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos”. La respuesta de Pedro es verdadera, pero no porque sea él, Pedro, el pescador, quien haya deducido correctamente o haya elaborado razonamientos profundos: es el Espíritu Santo quien se lo ha comunicado, porque conocer la verdadera identidad de Jesucristo, su identidad divina, está fuera del alcance de todo intelecto creado, sea hombre o ángel.
Esta es la manifestación del Espíritu Santo a la cual Jesús quería dar lugar con su pregunta acerca de su identidad: Pedro, en cuanto Vicario de Cristo en la tierra, y en cuanto Jefe máximo de la Iglesia Católica, posee la Verdad absoluta y única sobre Jesús. De ahora en más, la Iglesia se cimentará sobre la fe de Pedro: si Pedro vacila –cuando duda en la fe en Jesús, comienza a hundirse, en el episodio en el que comienza a caminar sobre las aguas, y luego, en la Pasión, lo traicionará, negándolo, para después arrepentirse-, toda la Iglesia vacila; si Pedro se mantiene firme en la fe, toda la Iglesia se mantiene firme en la fe.
No es indiferente conocer la identidad de Jesús, por lo que sigue: en los siguientes dos párrafos, Jesús les anunciará su próxima Pasión, muerte y Resurrección, es decir, su misterio pascual –“el Hijo del hombre tiene que sufrir mucho, morirá y luego resucitará al tercer día-, y luego les dice que aquel que “quiera seguirlo”, deberá “cargar su cruz todos los días, negarse a sí mismo y seguirlo”, para “perder la vida por Él”, de modo de “ganarla” para el Reino de los cielos.
Todo está relacionado: la confesión de Pedro, según la cual Jesús es Dios Hijo en Persona, el anuncio de la Pasión de Jesús, que es el camino por el cual Él abrirá las puertas del cielo para los hombres, y luego el programa de vida de sus discípulos, si estos quieren también llegar al cielo: negarse a sí mismos y cargar la cruz de todos los días, en pos del seguimiento de Jesús.
Es muy importante la confesión de Pedro acerca de la divinidad de Jesús, porque si Jesús no es Dios encarnado, entonces todo lo que sigue no es real y no pasa de ser una mera expresión de deseos de un hombre bueno y santo: si Jesús es simplemente un hombre -bueno y santo, pero solo un hombre-, si Jesús no es Dios, entonces morirá en la cruz pero no resucitará, y sus seguidores, por más que se esfuercen en imitarlo, no podrán entrar nunca en el Reino de Dios. Si Jesús es solo un hombre, sus palabras no tendrían sentido y cargar la cruz y seguirlo sería un acto equivalente al suicidio.
Sin embargo, como lo dice Pedro, iluminado por el Espíritu Santo, Jesús es Dios, es Dios Hijo en Persona, es el Hombre-Dios, quien a través de su misterio pascual de muerte y resurrección, salvará a la humanidad al derrotar a sus tres grandes enemigos, el demonio, el mundo y la carne, y concederá la filiación divina a todo aquel que, voluntaria y libremente, lo reconozca como a su Salvador, y es por esto que sus palabras tienen la fuerza de la divinidad, y tienen tanta fuerza, que conducen a la humanidad entera hacia un nuevo destino, el destino de la feliz eternidad en los cielos. Esta es la razón por la cual tiene sentido salvífico la negación de las propias pasiones y el abrazar la Cruz siguiendo a Cristo camino del Calvario, todos los días: no se trata de un mero ejercicio de práctica de buenas virtudes, sino de un verdadero camino de salvación, camino por el cual se da muerte al hombre viejo, en la cruz, para que por la gracia nazca el hombre nuevo, el hombre que ha sido convertido en hijo adoptivo de Dios por el don de la filiación divina.
La confesión de Pedro, entonces, es capital para el sentido y la dirección que adquiere la vida del cristiano: puesto que Jesús es Dios, como lo dice Pedro: “Tú eres el Hijo de Dios”, entonces la vida del cristiano adquiere un nuevo sentido y una nueva dirección, ya que su destino final no es más la muerte terrena, sino la vida eterna, el Reino prometido por Jesús. Sin embargo, para poder merecer esta promesa, el cristiano debe dejar de lado al mundo y a sus atractivos y contemplar a Cristo en su misterio pascual, ya que solo si participa de este misterio podrá, al final de los días de su vida terrena, ingresar en el Reino de Dios.
Junto a Pedro, con la fe de Pedro, debemos decirle a Jesús en la Eucaristía (porque en la Eucaristía está, vivo y glorioso, el Jesús reconocido por Pedro): “Jesús Eucaristía, Tú eres el Hijo de Dios, Tú has muerto y resucitado por mi salvación, y porque Tú me llamas, me decido a negarme a mí mismo, cargando mi cruz de cada día, para morir crucificado contigo, para así resucitar a la vida eterna”.